domingo, 25 de enero de 2009

Hacía Asia

Desperté por el doloroso ruido de mí alrededor. Frenábamos y las ruedas chirriaban sobre los indelebles raíles. Había perdido toda noción del tiempo y un martilleante dolor de cabeza me acompañó desde el mismo momento en que abrí los ojos. Era ya de día y una claridad que hería a la vista se abría paso entre la naturaleza misteriosa de mi alrededor. No comprendía aún en donde me encontraba, salvo por el apabullante escenario que podía contemplar a través de la ventanilla del tren. Comprendí entonces que algo tenía que haber salido mal… ¡no estaba en Calcuta!
Intenté pensar con rapidez pero la sorpresa de lo imprevisto me había idiotizado más de la cuenta. Y poco a poco me fui quedando sola en un vagón maloliente que apestaba a especias. Tan intensos olores me revolvieron el estomago vacío. Con la boca pastosa y todavía en ese trance soñoliento fue regresando a mi memoria pequeños fragmentos de la noche anterior…

Apenas había aterrizado en el aeropuerto internacional de Indira Gandhi, Nueva Delhi cuando empezaron mis problemas. No sabía hacía donde dirigirme y torpemente perdí el autobús gratuito que había de llevarme a la Terminal situada a cinco kilómetros. Indignada maldije un buen rato hasta que un joven que me observaba se acercó a mí. Era obviamente hindú aunque tenía los ojos tan azules como los de un sueco. Me miraba con una sonrisa sardónica que me puso los pelos de punta.
Debía llevar grabado en la frente un cartel que ponía ilusa y muerta de miedo, porque estaba dispuesto a aprovecharse de mis defectos.
Habló en ingles y aunque yo estaba un poco pez con el idioma, algo entendí. Se ofrecía a llevarme a la otra Terminal donde los turistas solían arracimarse en las ventanillas de información de la zona de llegadas. Dudé y no de la buena intención. Al percibir mi duda siguió insistiendo, hablando sin parar sobre hoteles, masajes y buenos restaurantes. Mi mente se escapaba de mí, y en mi cerebro burbujeaban algunos de los consejos que mi padre me había regalado para sobrevivir en cualquier parte. El primero, NUNCA fiarse de nadie. Pero los consejos son como las buenas intenciones… siempre se pueden dejar para otro día como decía Escarlata O´hara.

Acepté por cansancio o eso quise pensar porque no había razón para fiarse del primero que por allí pasase. El individuo se alegró bastante y esperando que a mi no me importase me condujo hacía una destartalada motocicleta; su orgullo, según comprendí. Luego de un viaje abrupto y cuando mis aterradas tripas nadaron otra vez a su sitio, y mi corazón se calmó, y lo plano fue de nuevo plano y no curvo, me encontré una palma abierta y vuelta hacía mí. Su taxímetro corría, supuse. Y me zampó no se cuantas rupias por el favor.
-Ah, ¿no es gratuito?
-El autobús sí.

Arrastrando los pies, con mochila al hombro y con 50 euros menos en el bolsillo, la voz potente de mi padre retumbaba con todo su poder dentro de mí. Cuidadito que hay mucho timo. Enfurruñada busque en la meditación un sistema que me ayudase a conservar el humor y a mantener la calma, algo que no me fue posible ya que no olvidaba que estaba completamente desorientada y perdida sin haber salido del aeropuerto.
En una asociación de ideas magistral, y ya que estaba perdida, compré un mapa de la ciudad. Ojeándolo me di perfecta cuenta de que no podría llegar a la pensión en el coche de san Fernando y que tendría que rascarme una vez más el bolsillo.

Dos posibilidades viables se presentaron ante mí. La primera: ir en taxi. Eso si, pagando por adelantado y sin regatear. La segunda: ir en rickshaw. Una especie de motocarro y atracción de la ciudad que todos hemos visto alguna vez por la tele en las películas. Ir en rickshaw a parte de que parecía más molesto, más caro, y algo innecesario, era en realidad más romántico, tan romántico como la idea que me había llevado a mí a hacer este viaje espiritual.

Trasportada por la magia de Oriente me sentí como una diosa india o una reina por la que podían levantar numerosos templos abarrotados de riquezas. En mis sueños imaginaba que tenía poder sobre todo y todas las cosas, que podía mandar edificar un palacio en la misma orilla del Ganges. Y como en los cuentos, el palacio estaría forrado de maderas preciosas como la teca, el palo rosa o el sándalo. Aquel palacio olería siempre a flores, a plantas y a árboles frutales. Imaginaba entonces que me pasaría horas y horas sentada en una silla de bambú tomando té aromático y fumando, fumando libremente. Y que podría bañarme en los estanques del templo bajo la luz de la luna como una princesa caprichosa. Y como el niño de la selva tendría varios animales de compañía y muy diversos: un macaco travieso, un elefante bonachón, un tigre peligroso pero noble o un pavo real para hipnotizarme con sus bonitas plumas de diseño.

Pensaba en eso cuando repentinamente mi rickshaw volcó. Salí despedida con fuerza brutal y caí sobre el mugriento pavimento renegrido. Un hedor subió desde mi boca hasta mi nariz. Me encontraba tirada sobre agua sucia. Asqueada y con ganas de vomitar descubrí que una legión de cucarachas campaba a mí alrededor. Mi mochila abierta era reclamo para los pilluelos aunque tuve tiempo de poner mis cosas a salvo. El conductor del motocarro comprobaba contrariado que una rueda se había salido de su eje por culpa de un bache. Repentinamente un grupo de hombres jóvenes y viejos ayudaban al conductor a remolcar el vehiculo dejándome sin ninguna explicación tirada en medio de la carretera. Grité y protesté corriendo detrás de él, ¡yo le había pagado y él no podía dejarme allí!, pero nada pude hacer para que entrara en razón.

¿Por qué estas aquí? Me pregunté desolada por el percance. Estas aquí porque eres aventurera, porque eres mayor de edad, porque eres budista, pacifista y porque querías encontrarte a ti misma. Miré a mí alrededor un tanto cohibida. Ya había notado que un grupo de hombres me miraban sorprendidos. Estaba al tanto de que en la India no están acostumbrados a los usos de vestir europeos pero no creía que una camiseta fuera algo escandaloso. Carraspeé alejando las preocupaciones y seguí pensando. Estas aquí porque siempre ha sido tu sueño. No perderás los nervios, ni el norte, porque es solo el principio y porque…

Repentinamente sin palabras por el panorama, la mente se quedo en blanco, una vaca cruzaba graciosamente la carretera volviendo su húmedo hocico hacía mí. Así que era por eso por lo que los amables caballeros me miraban de esa manera. Inesperadamente con los dientes apretados, ojos furiosos y con alguna intención, avanzaron, pero no me quedé a preguntarles y salí por patas. Corrí sin resuello hasta que mis pasos dieron con una estación ferroviaria. Después de todo había pensado coger un tren hacía Calcuta, la ciudad de la alegría y de los palacios, para visitar los barrios donde Maria Teresa había hecho su labor humanitaria. ¿Qué mejor momento que ese?

Esperando al raso en la estación pude observar fijamente a las mujeres, hombres y niños que con sus petates, alfombras y esteras en el sucio suelo, hacían su vida ahí, entre la mugre y las malolientes fragancias de los servicios. Eso no les importaba y seguían cocinando y comiendo. Algo llamaba la atención en esa estampa. Aparte de los fogones encendidos era el colorido de los saris y el bullicio, el bullicio que nunca cesaba. Y yo quería que el tiempo corriese, quería estar ya entre el paisaje verde y llano de la India, muy lejos para que esa sensación agobiante abandonase mi cuerpo para siempre. Pero aún seguía ahí y sentía que mi cabeza se mareaba…

Nunca debí aceptarlo, pero me encontraba tan aturdida y tan hambrienta que no me importó aceptar una simple torta de maíz y un poco de té frío que me ofrecía una simpática anciana, no pensaba que eso me hiciera daño. Al revés, me ayudaría a asentar la cabeza. ¿Aún podía dar un duro por la caridad humana, no?
Todo lo que siguió sigue estando borroso en mi cabeza. Gente, ruidos, olores, maletas. Este es el segundo consejo que voy a darte: no aceptes nada de nadie, puede traerte problemas. ¡Que razón tenía mi padre! Al día siguiente, en esa mañana del despertar y no espiritual, me encontré en un tren extraño, en un sitio vacío, muy distinto al que quería ir y sin equipaje.
Otro de los timos al viajero, otra de mis desventuras en el mágico, exótico y a pesar de todo maravilloso Oriente.

lunes, 19 de enero de 2009

Mi plan de hoy

Me comería ahora mismo... ¡que pinta!, y te invitaría, claro, ¿si quieres?, para acompañar beberíamos... así entraríamos en calor, que hace demasiado frío.
Nuestra panorámica sería esta... un maravilloso atardecer con vistas al Teide. Se haría de noche rápidamente y juntos nos tenderíamos sobre una manta de lana para contemplar un cielo extraño, lejano, muy parecido a este de aquí, ¿no crees?, una noche estrellada pero cálida... una noche con tintes de fantasía. Tal vez estoy demasiado influenciada por el último libro que estoy leyendo... me gusta Zafón y sus relatos góticos que son espeluznantes. Supongo que no tardaré en acabarlo aunque sólo llevo un día leyendo, porque sin poder evitarlo las páginas pasan rápidas entre mis dedos.
Y después, un poco para compensar tanta fantasía, oscuridad y seres misteriosos buscaría por internet alguna imagen graciosa... lo malo es que mas que gracia me da pena, se me recuerda un poco a mi gato loco, a mi Lenny idiota que se pasa el día en celo y lo mismo le da que le llueva o le diluvie encima, ¡ay! Y hablando de lluvia, hace bastantes días que no para de llover, todo esta helado, los tejados, las calles, mis manos y mis dedos, que son como cubitos de hielo. La fría ciudad esta encharcada... pero a lo mejor mañana sale el sol, un sol tibio que evapore esos charcos de lluvia, espejos para las nubes grises y tristes. Eso espero pero nunca se sabe.
Creo que me pondré una película, me gusta una de Will Smih, me han hablado bien de ella, se títula "Siete Almas"... no sé de que va, pero bucaré el trailer, espera un segundo, sí, aquí esta:
Quizás me quede algo triste después de verla, tengo esa sensación, la sensación de que esta historia me hará llorar, pero bueno me armaré con unas cuantas servilletas, una manta bien abrigada y ya te contaré. Si me da mucha pena tengo un remedio infalible, una canción y un videoclip de Nena Daconte... ...es alegre, infantil, optimista, como para ponerte unos patines y saltar por ahí, y gritar, y cantar, berreando el estribillo. No se me da cantar, es una pena porque me gusta mi voz, si tuviera afinación podría cantar cosas rockeras, algo parecido a esta canción para adolescentes, ¿no?
No sé, podría resultar, ¿qué te parece mi plan de hoy?

miércoles, 14 de enero de 2009

Momentos míticos del séptimo arte

Hay músicas y canciones que asociamos con las películas de toda la vida, con el Hollywood dorado, con esa magia que parece haber perdido esta gran industria del cine. En “Sombrero de Copa” de Fred Astaire y Ginger Rogers, ocurre esto gracias a su inolvidable canción Cheek to Cheek.


Seductora, caprichosa, cruel, manipuladora… apasionada. Escarlata O´Hara puede ser todo esto y al mismo tiempo ser la criatura más vulnerable y llorosa de toda Atlanta. Vivien Leigh, insuperable en su papel, hace creíble a la Escarlata luchadora que jura ante la adversidad que nunca jamás volverá a pasar hambre.


Una mujer seductora, una canción, un guante y un bofetón hicieron de “Gilda” un ícono de la historia del cine, convirtiendo a Rita Hayworth en la mujer fatal por excelencia.


Siempre nos quedará Paris, es lo que Bogart le dice a Bergman en la escena de la despedida. “Casablanca” es una de las grandes obras maestras del cine, por sus escenas, por sus interpretaciones y también por su maravilloso guión.


Francamente querida, me importa un bledo, le dice Rhett a Scarlett cuando la abandona, demostrándole con desprecio que ya no le importa lo que le pase. Esta cita fue votada como la frase cinematográfica más famosa de la historia de Hollywood por el AFI (American Film Institute), en el año 2005.


Clásico el intento de asesinato desde una avioneta fumigadora a Cary Grant en “Con la muerte en los talones” que al ser confundido por una organización de espionaje con un agente del gobierno huye de sus secuestradores antes de que le maten.


El beso adúltero que escandalizó a los mas puritanos por allá la década de los cincuenta en “De aquí a la eternidad”, pasará a la historia como uno de los mas apasionados del cine, olas y arena de por medio.


Una escena impactante esta la de “Psicosis”, la mas analizada e imitada del cine. Alfred Hitchcock tardó siete días en rodarla, y se utilizaron unas setenta posiciones de cámara diferentes para un total de cuarenta y cinco segundos de película. ¿Quieres ver el resultado?


Audrey Hepburn es Holly en “Desayuno con diamantes” una mujer moderna de Nueva York, que va de fiesta en fiesta hasta altas horas de la madrugada, buscando un hombre rico que la mantenga. Su mayor deseo es Tiffany's, la tienda de joyas de la 5ª Avenida. Mientras llega el hombre de su vida sueña despierta todas las mañanas ante el famoso escaparate tarareando eso de… moon river, tararara-rá…


“Con faldas y a lo loco”, divertida comedia de diálogos chispeantes y frase final con moraleja, dirigida por Billy Wilder, y protagonizada por una curvilínea Marilyn, y por un Lemmon y un Curtis que huyen de la mafia disfrazados de mujer. De esa facha conocen a la sexy e inocente Sugar Kane, ¿Cómo harán para conquistarla?


THE END

sábado, 10 de enero de 2009

El color del cristal con que se mira

Quiero ponerme unas gafas que todavía no se han inventado. Con ellas vería sólo lo que me gusta del mundo y me ahorraría el sufrimiento de ver cosas que me disgustan. Inventaría esas gafas si pudiera y me las pondría los días en que estoy triste o las cosas han salido al revés.

Seguramente las llevaría todos los lunes porque odio los lunes y entonces empezaría la semana siendo viernes. Y siempre que lloviese me las pondría también y entonces saldría el sol y el cielo sería azul, azul y brillante. Me las pondría cuando leyese el periódico, entonces no existirían malas noticias y cuando saliese a la calle con ellas puestas no vería a nadie llorar, ni mendigar, ni pasar hambre, nadie robaría ni pegaría al que tiene al lado, y todos acabarían bailando como en un musical de la tele.

Las cosas serían bonitas y fáciles, seguramente no existirían los agobios, los reproches y los malos tragos, y todo parecería perfecto… pero las gafas tendrían un fallo: que al quitármelas yo sabría que nada de aquello es real, que las cosas no son siempre fáciles, que hay cosas que no puedes comprender, que el mundo no se arregla con buenos propósitos, que no siempre llueve a gusto de todos, que a veces no basta con imaginarse que las cosas van a mejor, porque a veces hay que hacer algo para arreglar lo que va mal.

Me gusta imaginarme que algún día no necesitaré unas gafas mágicas para ver las cosas como a mi me gustan. Mientras tanto me quedaré con las mías, no son especiales, tan sólo un cristal con aumento sujeto por una montura, pero al menos llevándolas puedo ver las cosas con mas claridad.

«Y es que en el mundo traidor nada es verdad ni es mentira todo es según el color del cristal con que se mira».

"Las dos linternas" de Ramón de Campoamor (1817-1901)

miércoles, 7 de enero de 2009

En algún lugar bajo el arco iris puedes encontrar muchas cosas, eso le oí cantar a una niña con los ojos brillantes por la emoción. La canción me pareció triste pero muy hermosa. Todavía hoy resuena en mis oídos, la canción sonaba así:

Allí bajo el arco iris existe un mundo de sueños que se hacen realidad, un lugar de cielos azules, de caramelos de limón que se disuelven como los problemas, allí mucho más allá de los tejados y las chimeneas, ¿lo ves? Un lugar repleto de estrellas recubiertas por esponjosas nubes de algodón, ese lugar de sueños que se hacen realidad.

Este tema de la película “El Mago de Oz” forma parte de la banda sonora de “Australia”, de Baz Lurhmann. Es una canción que inspira buenos sentimientos y mucha ternura, tanta como desprende el pequeño Nullah, el niño mestizo, café con leche, como lo llaman, ni negro ni blanco, no es de nadie y no tiene ningún sitio suyo… quizás sólo Oz un lugar mágico.


“Australia” me ha gustado mucho, tiene sus defectos y también sus virtudes, puede gustar o no, pero a mí personalmente me ha encantado. Sus paisajes, sus personajes, los grandes planos a lo que “El viento se llevó” o “Memorias de Africa”, las risas, el drama, la espalda musculosa de Hugh Jackman, la guapa Nicole Kidman en su escena del baile, los malos, los buenos y la armónica del adorable Nullah , un niño de grandes ojos hablando de sueños, de un mundo mejor.

Australia

Una aristócrata inglesa Lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) viaja al remoto continente donde conoce a un tosco oriundo (Hugh Jackman) y, de mala gana, acepta que ambos unan sus fuerzas para salvar la tierra que ella acaba de heredar.

Juntos se embarcan en una odisea que los transformará llevándolos a través de cientos de millas del paisaje más bello e implacable del mundo, sólo para acabar enfrentándose al bombardeo de la ciudad de Darwin por parte de las fuerzas japonesas que atacaron Pearl Harbor.

Con esta nueva película, Baz Luhrmann con su especial visión muestra su arte creando una experiencia cinematográfica en la que se mezclan el romance, el drama, la aventura y el espectáculo. Es una aventura tan épica como la tierra en la que se desarrolla el argumento.


En el último confín de la Tierra, una mujer emprende la búsqueda de su esposo y se encuentra a sí misma sumergida en una convulsión y una aventura que rebasa los límites de su imaginación más desbocada. Lady Sarah Ashley se ha pasado la vida persiguiendo la perfección superficial, pero un matrimonio sin amor y sin hijos le ha privado de cualquier cosa importante que no sea su cuadra de caballos. Convencida de que su marido le es infiel, la empecinada Sarah viaja desde Londres hasta el remoto reducto tropical de Darwin (Australia) para enfrentarse a él. Su reacio guía a través del inmenso e inmisericorde terreno del Territorio Septentrional es el arriero Drover, un ganadero tan tosco y basto como refinada es Sarah.


Su profunda antipatía mutua se ve aminorada por la tragedia cuando Sarah enviuda, y de repente, se halla cuidando a un encantador y joven huérfano llamado Nullah (Brandon Walters), un muchacho mestizo a la deriva en una sociedad segregada que le trata como un paria. Entretanto, Faraway Downs se halla al borde de la ruina y el intrigante administrador de la explotación, Neil Fletcher (David Wenham), está tramando con el magnate ganadero King Carney (Bryan Brown) acelerar su desaparición y hacerse ellos mismos cargo de la finca.


Para salvar Faraway Downs, Sarah debe unir sus fuerzas a las del Arriero y llevar 1.500 cabezas de ganado al otro extremo del impresionante, aunque atroz, paisaje de Australia. Además de Nullah, se unen a su empresa una banda de inadaptados peones de rancho y colonos, incluido el alcohólico contable Kipling Flynn , los leales vaqueros aborígenes del Arriero Magarri y Goolaj , y un misterioso hechicero de una tribu, conocido como el Rey Jorge.

Transformada por el fuerza y la belleza de la tierra y por el vínculo que establece con Nullah, Sarah se convierte en la mujer que realmente quiere ser, y la discordia que preside su relación con Droover da paso, a regañadientes, al respeto, la admiración y, por último, al amor. Pero cuando las siniestras intrigas de la guerra alcanzan las costas de Australia, Sarah y su inverosímil nueva familia quedan desgarrados. Por primera vez en su vida, Sarah tiene algo por lo que luchar y hará falta una pasión, un valor y una determinación tan grande como los misterios del antiguo continente para proteger a las personas a las que ama.


Pincha aquí para ver el trailer


Sinopsis: Terra.es

jueves, 1 de enero de 2009

Un 2009 por estrenar

Un año en blanco, esperando irse llenando poco a poco, día a día, con nuesras vivencias, ¡que sean muchas y muy buenas! Es lo bueno que tiene llenarse de buenos propósitos pero no los dejes en el tintero como nos pasa siempre. Préparate, toma aire, impulso y con ganas recorre los 365 días de este año que estrenamos hoy. Es bueno empezar con optimismo... si no ¿qué nos queda?

Así, un poco como Mafalda miro yo al futuro. Hay en mí una mezcla de expectación, incertidumbre y preocupación por este año. El deber, las obligaciones, toda esa carga responsable que se tiene encima me pone un poco esa cara, la de ¿me saldrá bien?, ¿podré salir adelante?, ¿superaré los baches del camino?, ¿esquivaré las piedras o no? No sé, tal vez tengo miedo, miedo a no hacerlo bien, a caer en viejos errores lo que sería un delito por mi parte o a no poder conservar el optimismo que quiero dar a aparentar.

Sé que lo bueno de estrenar un año es que como el mañana siempre esta libre de errores. Aunque sea inevitable en la vida equivocarse no quiero hacerlo, es comprensible ¿verdad? Creo que no voy a pensar mas en ello, simplemente me dejaré sorprender y quien sabe, tal vez así me vaya mejor. Sea lo que sea hay una cosa clara, lo que pasó atrás se quedó y no vale la pena ni el esfuerzo arrastrarlo constantemente. Y eso haré me enfrentaré a este 2009 con energía. Tengo unos cuantos días por delante para contarte que tal me va en esa tarea.
¡2009 ALLÁ VOY!

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