sábado, 10 de enero de 2009

El color del cristal con que se mira

Quiero ponerme unas gafas que todavía no se han inventado. Con ellas vería sólo lo que me gusta del mundo y me ahorraría el sufrimiento de ver cosas que me disgustan. Inventaría esas gafas si pudiera y me las pondría los días en que estoy triste o las cosas han salido al revés.

Seguramente las llevaría todos los lunes porque odio los lunes y entonces empezaría la semana siendo viernes. Y siempre que lloviese me las pondría también y entonces saldría el sol y el cielo sería azul, azul y brillante. Me las pondría cuando leyese el periódico, entonces no existirían malas noticias y cuando saliese a la calle con ellas puestas no vería a nadie llorar, ni mendigar, ni pasar hambre, nadie robaría ni pegaría al que tiene al lado, y todos acabarían bailando como en un musical de la tele.

Las cosas serían bonitas y fáciles, seguramente no existirían los agobios, los reproches y los malos tragos, y todo parecería perfecto… pero las gafas tendrían un fallo: que al quitármelas yo sabría que nada de aquello es real, que las cosas no son siempre fáciles, que hay cosas que no puedes comprender, que el mundo no se arregla con buenos propósitos, que no siempre llueve a gusto de todos, que a veces no basta con imaginarse que las cosas van a mejor, porque a veces hay que hacer algo para arreglar lo que va mal.

Me gusta imaginarme que algún día no necesitaré unas gafas mágicas para ver las cosas como a mi me gustan. Mientras tanto me quedaré con las mías, no son especiales, tan sólo un cristal con aumento sujeto por una montura, pero al menos llevándolas puedo ver las cosas con mas claridad.

«Y es que en el mundo traidor nada es verdad ni es mentira todo es según el color del cristal con que se mira».

"Las dos linternas" de Ramón de Campoamor (1817-1901)

3 comentarios:

Raquel dijo...

Hay muchas verdades, muchas formas de ver e interpretar el mundo. Hay gente que todo lo ve de color de rosa, y otra, en cambio, que todo lo percibe desde un cristal deformado y negro. No valen los extremos, lo que cuenta es la verdad simple, la que cuesta tanto encontrar porque es valiosa. Quédate con esa, porque no siempre te gustará lo que verás, pero es mejor eso que engañarse a si mismo.

Ana Bohemia dijo...

Ya, uno no puede engañarse a si mismo porque sabe que es mentira, y eso ni siquiera calma. Lo cierto es que puedes ver el mundo desde muchos colores, según tu estado de ánimo. Lo bueno es que puedes pasar de un estado a otro, pero nunca estancarte en ninguno, sobre todo si ese ánimo te hace verlo todo negro.

Unknown dijo...

es que no se trata de un vidrio que te engañe y veas todo siempre positivo, se trata de que el cristal te permita ver que los fracasos son una excelente oportunidad de cambio y que puedes convertir esos fracasos en cambios positivos... es todo.

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