sábado, 31 de diciembre de 2016

Bombillitas


Llegamos al final del año, y es entonces, rodeada de luces de colores que estallan en el cielo como fuego e inundan las calles en forma de bombillitas, cuando a mí se me enciende la bombilla, se me iluminan los pensamientos, y poco a poco voy viendo la luz, una especie de iluminación cabalista a pocas horas del final… uy que trágico me ha quedado esta frase, al final del año quería decir, a muy poco de cruzar ese puente invisible e impalpable de los años, años que pasan, vuelan mas bien, como hojas secas empujadas por un viento temperamental.   
Me gustan las bombillas, lo que representan en estas fechas, la alegría, el color, la magia y la ilusión. Me gusta la luz… esa luz que a veces llega donde no se la invita, casi al fondo de mi misma o de ti mismo, iluminando hasta los recovecos más oscuros y lejanos. La luz me trae los recuerdos que almaceno en la fibra más sensible, más nostálgica de mí ser. Pienso entonces, es una asociación espontánea, que los recuerdos deben ser bombillitas que brillan, a veces con mas, a veces con menos luz. Recuerdos que parpadean, esforzándose por seguir brillando en medio del vacío, luchando por no atenuarse hasta fundirse… pero es inevitable, al final la luz se va perdiendo, bogando en la marea del olvido y del tiempo. No quiero tratar al tiempo como un enemigo, sólo le culpo de llevarse cosas. Me da rabia que se lleve mis recuerdos, aunque no para siempre, eso lo sé. A veces la marea es favorable, a veces el aire transporta lo que creías perdido.
Hoy me imagino un mar lleno de luces de colores que vienen y van con las olas.  Hay toda una vida bailando en el agua, esa agua que siempre ha simbolizado la vida, el ciclo. Y entonces me acuerdo, vivimos, seguimos, lo hacemos porque sirve para forjar recuerdos y experiencias, es lo único que vale la pena, da igual que la bombilla termine apagándose, brilló, formó parte de la guirnalda de la vida, fue y es un eslabón importante, el cableado que traslada la chispa y la energía, que impulsa la maquina, que lo une todo, que le da sentido y continuidad a nuestra existencia.
Cuida de esas bombillitas, lucha porque no se apaguen, hoy brillan, hoy te recuerdan lo bonita que es la vida si la miras bajo la luz adecuada.
¡Por un 2017 brillante!
Feliz entrada de año, bohemios.  


                ¡¡2017, ALLÁ VOY!!

miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿Cuál es el origen del árbol de navidad?


La tradición proviene de los celtas. Éstos seguían un calendario basado en los ciclos lunares, y adjudicaron un árbol para cada mes. El mes de diciembre era representado por un abeto.
Más tarde, los cristianos adoptaron esta idea para celebrar el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre. El abeto era decorado con una manzana para simbolizar el árbol del paraíso, y más tarde la decoración aumentó a base de dulces y pasteles. Fue en el siglo XV, cuando se empezó a decorar el árbol con una estrella en lo más alto, que simboliza la estrella que guía hacia Belén.
Con el tiempo, el árbol de Navidad empezó a tener luz propia al ser decorado con luces y guirnaldas. Estas luces se fabricaban con cáscaras de nuez rellenas de aceite en las que se colocaba una mecha, o a veces incluso pequeñas velas.


Montar el abeto navideño es una de las tradiciones más entrañables de la Navidad, y sin duda la más popular. Una buena opción es usar árboles artificiales que te permitirán utilizarlos durante años. Son fáciles de montar y desmontar, además de que sin duda es más cómodo y respetuoso con el medio ambiente.




Hablando de abetos navideños hay un cortometraje titulado “Treevenge” que gira en torno a unos árboles navideños que hartos de que los humanos los mutilen, y los humillen llenándolos de luces y bolas de colores buscan una venganza de los mas gore y desagradable. Ya te aviso que después de ver el corto no podrás pasar cerca de un abeto sin echarte a temblar…
Director: Jason Eisener
Año: 2008
Sinopsis: Un grupo de leñadores sin escrúpulos talan y arrastran sin pudor un montón de árboles destinados a la época navideña. Es entonces cuando los abetos empiezan a experimentar el terror al ser serrados, separados de los suyos y llevados a un lugar donde la parafernalia navideña provoca en ellos la incredulidad y desesperación más absoluta. Lejos de quedarse con las “ramas cruzadas”, se revelaran e impartirán justicia por tal atrocidad.




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