viernes, 30 de marzo de 2018

Bovarismo


“La capacidad humana de fabricar ilusiones y la loca voluntad de realizarlas”. (M.Vargas Llosa)

Compramos ilusiones al por mayor, no sabemos quién se dedica a venderlas pero nosotros apostamos igual que jugamos a la lotería, hay una fe ciega en que seremos los próximos afortunados, en que la flecha de la fortuna hará diana en nuestro corazón. ¿Y por qué no? ¿Importa algo que ese no sea un pensamiento racional y sensato? La ilusión mueve montañas, en realidad no las mueve pero nos empuja a querer moverlas, así que nos creemos capaces de la hazaña más loca sólo porque lo deseamos, nos lo merecemos, sólo porque lo queremos.
Madame Bovary vivía de ilusiones, la ilusa ilusión de vivir como vivían las protagonistas de otras historias con más brillo. Por suerte para Emma Bovary a las ilusiones les pasa algo curioso, tienen la capacidad de transmutarse, significa que cambian, se perfeccionan, se adoptan, se convierten en otra ilusión que ha nacido de una ilusión, una engendra a otra, por lo que a medida que vas cumpliendo unas otras van emergiendo hasta que aparece el agotamiento por ese afán infinito de querer mas, de desear mas, de aspirar a mas, siempre sin disfrutar de lo que ya se tiene, de lo que ya se ha conseguido. Este estado de insatisfacción crónico producido por el contraste entre ilusiones, aspiraciones y realidad (que irremediablemente suele llevar a la frustración) se bautizó como “Bovarismo”. Gustave Flaubert describió muy bien este aspecto del personaje principal en su obra (1856), una mujer que no se veta a la pasión. Quizás por esto a madame Bovary siempre la ha envuelto la polémica, etiquetada de mujer inmoral, adultera, casquivana y caprichosa, frívola y egoísta que sólo piensa en sí misma. Sin embargo bajo esa capa, escarbando un poco, podemos comprender la pugna entre el tedio y el ansia de placer, la imperiosa necesidad de escapar, de sentirse un poco más viva, sin importarle las consecuencias. Por ser mujer, por esa rebeldía individual, por esa forma de vida libre, Emma es víctima de un entorno que penaliza su emancipación y la castiga psicológicamente hasta llevarla al suicidio. Pero Madame Bovary no es sólo victima de la religión, la sociedad, o las ideologías, es víctima del romanticismo mal entendido, de las peligrosas pasiones, y especialmente es víctima de sí misma, porque hay gente que vive de ilusiones… y hay gente que muere.


Música: Hollow - Belle Mt

3 comentarios:

Montse dijo...

Vivir con ilusión es bueno, pero llevarlo al límite como parece ser que hizo Madame Bovary es enfermizo y tal vez por eso se convirtió en víctima de sí misma.
Lo explicas muy bien, Ana y me gusta que hayas mencionado que fuera llamada libertina e inmoral por el hecho de ser mujer. A Giacomo Casanova, libertino también, lo aclamaban y envidiaban.
Muchos besos.

miquel zueras dijo...

Te agradezco tu definición de "Bovarismo", una expresión que no conocía y que se ajusta muy bien a la infeliz Bovary. Mi madre era una lectora voraz y sus dos libros preferidos eran este y "Ana Karenina", ambas protagonistas se suicidan, pero el modo de Bovary le parecía a mi madre "más femenino". El veneno ofrece una muerte más estética que el arrollamiento por un tren.
Saludos!
Borgo.

Ana Bohemia dijo...

Hola Montse, la ilusión en su dosis correcta de lo contrario se puede convertir en algo letal.
A mí me parece tan injusto lo de las mujeres adulteras consideradas como libertinas y cosas peores, y que a hombres como Casanova se le admirara...
Muchas gracias por ser habitual del blog.
:)

Hola Miquel, a tu madre le gustaba la buena literatura pero con finales trágicos, y sí definitivamente es mas estético y menos gore el veneno que lo del tren, ¡no hay color!
Saludos y gracias por seguir visitando el blog.
:)

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